Por Sergio Kiernan
Christian Von Wernich está preso, condenado por delitos realmente atroces. El cura revoloteó los calabozos de tortura, participó activamente en el crimen organizado de la dictadura y les llevó a los militares argentinos aquello que los alemanes llevaban inscripto en sus hebillas: Gott mit uns (Dios está con noso-tros). Que un religioso cayera en estos pecados indescriptibles no alcanza, por lo visto, para hacerle perder su patente de cura ni su derecho canónico a dar misa. La información viene de buena fuente, del núcleo pleno de lo que se podría llamar la hincha de Von Wernich, la revista Cabildo.
Este verano, el cura detenido en Marcos Paz por sus crímenes de lesa humanidad publicó una carta quejándose algo bizantinamente de las “injusticias” que sufre. Von Wernich se presenta como ex capellán de la bonaerense, ahora “confinado” y “acompañado” por “otros miembros de las FFAA, de Seguridad, policiales y penitenciarios” por “haber combatido al terrorismo marxista durante los años 1976 a 1983”. El detenido les hace saber a “las autoridades de la Iglesia Católica que acabamos de ser víctimas del más miserable y vengativo atropello a la dignidad humana”.
Dado que Von Wernich está preso por causas que incluyen cuerpos lastimados, quemados y picaneados, asesinatos y crueldades medievales, se pensaría que “el más miserable y vengativo atropello” a un detenido debe ser algo espectacular. Es llamativo que el atropello resulta ser que le prohibieran, al cura y a sus compañeros de pabellón, entrar a la capilla del penal después de las seis de la tarde...
La medida fue tomada por el director del Servicio Penitenciario Federal, que recibió una denuncia que Von Wernich califica como “anónima” y “falsa”. La denuncia dice simplemente que el autocalificado “sacerdote y preso político” decía misa cada día a esa hora. Von Wernich considera la prohibición un corolario de aquello de que “... Dios es el opio de los pueblos, es decir, de la ideología comunista marxista” y se defiende de un modo revelador:
“Mi Obispo Diocesano dispuso que en este Penal, donde estoy recluido, solamente celebre la Santa Misa en mi celda-calabozo y no en la Capilla. Así lo cumplo. En la Capilla, durante la Misa celebrada por los Capellanes, generalmente hago de ‘monaguillo’ o de ‘sacristán’ al preparar el Altar. Testigo de ello son todos los Capellanes y los Obispos que han celebrado la Santa Misa para los Internos y los ‘Presos Políticos’ de los que formo parte.”
Abundante en mayúsculas –una curiosa costumbre de la ultraderecha criolla– el párrafo viene de la última edición de Cabildo, que recoge tardíamente la carta y la publica completa. Es más, le agrega una introducción de su director, Antonio Caponnetto, que completa lo que el ex capellán detenido anda queriendo decir. Para Caponnetto, Von Wernich “como tantos otros bajo esta tiranía, se encuentra preso injustísimamente”. Entre otras razones, por la “animadversión personal del juez Rozanski”, al que le dedica un párrafo violento: “Está claro que no es un detalle menor la filiación judía del verdugo, pero mientras el mundo se saldría de su eje si un juez católico condenara arbitrariamente a un hebreo, el caso inverso no inmuta absolutamente a nadie. Empezando por los obispos”.
Caponnetto es un viejo militante del fascismo católico –la variante franquista curialesca y puritana– especializado en anunciar puntualmente el apocalipsis político y la disolución nacional. Como vivimos bajo un “despotismo marxista”, no extraña que el poder persiga a un cura. Pero lo que sí le levanta la presión es quien es el actual director del Servicio Penitenciario Federal, Víctor Hortel.
“El mencionado sujeto”, se insufla Capo-nnetto, “sería un joven militante kirchnerista que ocupa un cargo directivo en la Agrupación Cultural Negros de Mierda (NDM), la cual –créase o no– existe y actúa con el patrocinio del aparato oficialista”. Además de mostrar que el director de Cabildo sale poco –¿realmente nunca escuchó hablar de NDM?–, su texto sirve para ver la visión que comparte con Von Wernich: “hebreos” persecutorios con apoyos de “déspotas marxistas”.
¿Y cómo puede ser que nadie se dé cuenta de esto? Es que tanto “los pastores como el laicado católico” fueron sometidos “al inicuo lavado de cerebro de la clerigalla progresista que todo lo invade”.
Christian Von Wernich está preso, condenado por delitos realmente atroces. El cura revoloteó los calabozos de tortura, participó activamente en el crimen organizado de la dictadura y les llevó a los militares argentinos aquello que los alemanes llevaban inscripto en sus hebillas: Gott mit uns (Dios está con noso-tros). Que un religioso cayera en estos pecados indescriptibles no alcanza, por lo visto, para hacerle perder su patente de cura ni su derecho canónico a dar misa. La información viene de buena fuente, del núcleo pleno de lo que se podría llamar la hincha de Von Wernich, la revista Cabildo.
Este verano, el cura detenido en Marcos Paz por sus crímenes de lesa humanidad publicó una carta quejándose algo bizantinamente de las “injusticias” que sufre. Von Wernich se presenta como ex capellán de la bonaerense, ahora “confinado” y “acompañado” por “otros miembros de las FFAA, de Seguridad, policiales y penitenciarios” por “haber combatido al terrorismo marxista durante los años 1976 a 1983”. El detenido les hace saber a “las autoridades de la Iglesia Católica que acabamos de ser víctimas del más miserable y vengativo atropello a la dignidad humana”.
Dado que Von Wernich está preso por causas que incluyen cuerpos lastimados, quemados y picaneados, asesinatos y crueldades medievales, se pensaría que “el más miserable y vengativo atropello” a un detenido debe ser algo espectacular. Es llamativo que el atropello resulta ser que le prohibieran, al cura y a sus compañeros de pabellón, entrar a la capilla del penal después de las seis de la tarde...
La medida fue tomada por el director del Servicio Penitenciario Federal, que recibió una denuncia que Von Wernich califica como “anónima” y “falsa”. La denuncia dice simplemente que el autocalificado “sacerdote y preso político” decía misa cada día a esa hora. Von Wernich considera la prohibición un corolario de aquello de que “... Dios es el opio de los pueblos, es decir, de la ideología comunista marxista” y se defiende de un modo revelador:
“Mi Obispo Diocesano dispuso que en este Penal, donde estoy recluido, solamente celebre la Santa Misa en mi celda-calabozo y no en la Capilla. Así lo cumplo. En la Capilla, durante la Misa celebrada por los Capellanes, generalmente hago de ‘monaguillo’ o de ‘sacristán’ al preparar el Altar. Testigo de ello son todos los Capellanes y los Obispos que han celebrado la Santa Misa para los Internos y los ‘Presos Políticos’ de los que formo parte.”
Abundante en mayúsculas –una curiosa costumbre de la ultraderecha criolla– el párrafo viene de la última edición de Cabildo, que recoge tardíamente la carta y la publica completa. Es más, le agrega una introducción de su director, Antonio Caponnetto, que completa lo que el ex capellán detenido anda queriendo decir. Para Caponnetto, Von Wernich “como tantos otros bajo esta tiranía, se encuentra preso injustísimamente”. Entre otras razones, por la “animadversión personal del juez Rozanski”, al que le dedica un párrafo violento: “Está claro que no es un detalle menor la filiación judía del verdugo, pero mientras el mundo se saldría de su eje si un juez católico condenara arbitrariamente a un hebreo, el caso inverso no inmuta absolutamente a nadie. Empezando por los obispos”.
Caponnetto es un viejo militante del fascismo católico –la variante franquista curialesca y puritana– especializado en anunciar puntualmente el apocalipsis político y la disolución nacional. Como vivimos bajo un “despotismo marxista”, no extraña que el poder persiga a un cura. Pero lo que sí le levanta la presión es quien es el actual director del Servicio Penitenciario Federal, Víctor Hortel.
“El mencionado sujeto”, se insufla Capo-nnetto, “sería un joven militante kirchnerista que ocupa un cargo directivo en la Agrupación Cultural Negros de Mierda (NDM), la cual –créase o no– existe y actúa con el patrocinio del aparato oficialista”. Además de mostrar que el director de Cabildo sale poco –¿realmente nunca escuchó hablar de NDM?–, su texto sirve para ver la visión que comparte con Von Wernich: “hebreos” persecutorios con apoyos de “déspotas marxistas”.
¿Y cómo puede ser que nadie se dé cuenta de esto? Es que tanto “los pastores como el laicado católico” fueron sometidos “al inicuo lavado de cerebro de la clerigalla progresista que todo lo invade”.