La Jornada

por Stella Calloni

El premio Nobel de la Paz 1980, Adolfo Pérez Esquivel, recordó hoy que la Iglesia católica argentina nunca respondió a sus reclamos de ayuda para hallar a desaparecidos de la pasada dictadura y señaló que en un encuentro con Juan Pablo II, cuando fue a exponerle estas situaciones, el Papa le aconsejó que se ocupara de "los chicos de los países comunistas". Pérez Esquivel se presentó hoy como testigo en el juicio oral donde se juzga al ex capellán de la policía de la provincia de Buenos Aires, durante la pasada dictadura militar, el sacerdote Christian von Wernich, acusado de secuestros, torturas y participación en ejecuciones e interrogatorios.

Sobrevivientes, familiares y sacerdotes han testimoniado ante los jueces de la causa en relatos escalofriantes sobre la actuación del religioso, confesor de uno de los militares más duros, el fallecido general Ramón Camps, jefe de la policía de la provincia de Buenos Aires, que se jactaba de haber asesinado a algunos miles de "subversivos".

También recordó que cuando era titular del Servicio Paz y Justicia de Argentina, en varias oportunidades trató de interesar a la Iglesia católica con informes y datos para que ayudara a buscar a los desaparecidos, pero nunca pudo lograr nada. En 1984 llevó a Juan Pablo II el listado de 84 niños desaparecidos en Argentina y otros casos de víctimas y fue entonces que recibió la respuesta de que "se ocupara" de los "chicos" de los países comunistas. Karol Wojtyla estuvo muy frío y no dio un sólo paso para ayudarlo. Tampoco logró hacerse escuchar por el nuncio apostólico Pío Laghi, quien secamente le dijo que él no podía hacer nada más de lo que estaban haciendo los obispos argentinos. En su relato mencionó el testimonio que dio en una entrevista con este periódico hace dos años sobre su detención en 1977, cuando en mayo de ese año fue "trasladado" y lo llevaron a un aeropuerto de San Justo, periferia de Buenos Aires, donde lo subieron a un avión pequeño, lo encadenaron y lo llevaron rodeado por militares a sobrevolar el Río de la Plata y afluentes del mismo –incluyendo parte de la costa uruguaya–, y cree que salvó la vida por una llamada que recibieron sus captores.

El premio Nobel de la Paz había sufrido también torturas y se consideró un "sobreviviente" de los "vuelos de la muerte". En su testimonio rescató las figuras de los obispos Miguel Hesaynes y Jorge Novak, así como de sacerdotes que fueron víctimas de la dictadura. Precisamente Pérez Esquivel fue muy amigo de Enrique Angelelli, prelado de La Rioja, asesinado en esa provincia cuando denunciaba la muerte de dos sacerdotes de su obispado.

El juicio dio hoy un importante giro cuando fueron detenidos tres ex funcionarios de la dictadura, Roberto Durrieu, Alberto Rodríguez Varela y Jaime Smart, que debían declarar ante los jueces. Pero los querellantes en la causa del secuestro, detención y torturas de Jacobo Timmerman, quien fuera director del diario La Opinión, uno de los más importantes y renovadores periódicos del país en los años 70, habían solicitado la detención de estos tres hombres vinculados con esos hechos.

También se ordenó la detención del cura Pedro Traveset, párroco de Trenque Launquen, por falso testimonio y "reticencias" en sus declaraciones, después de haber sido careado con el testigo Héctor Rossi. Éste declaró ante los jueces que Traveset le había relatado que Von Wernich le dijo que dejara de buscar a un detenido porque había fallecido. Se trataba de Eduardo Lugones, un estudiante de medicina.

Muchos analistas se preguntan hasta cuándo seguirá en silencio la cúpula de la Iglesia en el caso Von Wernich y otros similares, que incluyen los asesinatos de sacerdotes, monjas y hasta de un obispo.

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